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domingo, 12 de diciembre de 2010

Etiqueta subterránea.

El hombre en sociedad se convierte en un ser bastante extraño, y como consecuencia de esto, con comportamientos extraños también.

Por ejemplo, el Homo civitatis cuando intenta ascender al subterráneo, no espera a que descienda el pasajero que intenta bajar para luego subir, sino que intenta subir antes de que la otra persona descienda.
Generando de esta forma y por supuesto, un entrechocar de cuerpos que pugnan por descender y cuerpos que pugnan por ascender a la formación. ¿Por qué? Nunca lo sabremos.

Otro Homo civitatis, luego de haber empujado para subir, hablará a los gritos a través de su teléfono celular. Como si a todos los pasajeros debieran interesarnos sus avatares amorosos. La verdad es que no, ni un poco le interesa al resto.

El Homo civitatis fumador, espécimen bastante abundante, enciende su cigarrillo antes de haber salido totalmente del subte. Es más, lo hace justamente mientras sube por la escalera mecánica. Por lo que todo el humo de su cigarrillo es aspirado obligatoriamente por todos los no fumadores que vienen en la escalera mecánica detrás de él, sin posibilidad de evitarlo. A menos que contengan la respiración hasta haber salido a la superficie. Un macanudo con todas las letras, que  no puede aguantar ni un segundo sus ansias de compartir el poco saludable humo que emana, con sus compañeros de viaje en escalera mecánica.

Hay una regla no escrita, pero sí conocida por casi todos los usuarios de subte y es la que indica que en la escalera mecánica sobre la mano derecha las personas se quedan quietas, pero sobre la mano izquierda, caminan. Es decir, van subiendo a medida que la escalera sube, permitiendo que los pasajeros circulen más velozmente. No está bueno quedarse entorpeciendo al paso.

Son Homos civitatis singulares, que por supuesto, en otros ámbitos se comportan de la forma más civilizada que nos quepa imaginarnos. Pero no en el subte, ese lugar extraño y misterioso donde las reglas de la “buena conducta” quedan abolidas y la etiqueta subterránea parece haber sido creada para no cumplirse.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Pedimos pizza.

Era tarde, ni ganas de cocinar. ¿Qué hicimos entonces? Pedimos pizza.

Conseguimos el teléfono de un “delivery” y encargamos. ¿Qué pedimos?

Que otra cosa podríamos pedir que no fuera una tradicional grande muzzarella, media masa y un par de fainas.

Nos dijeron en 40 minutos está por ahí y llegó mucho antes, a los 20 estábamos bajando a recibir al muchacho que nos la trajo.

La pizzería se llama “Cambalache”, en el Barrio de Belgrano. No fue cara y la pizza fue rica. No la mejor, tampoco la peor, por suerte.

Por suerte tenemos variedad para ir probando y probando hasta cansarnos y decidimos hacer eso. Así que se lo vamos a ir contando, de a poco.
Es una gran ventaja vivir en una ciudad con tanta oferta “pizzera”, al menos para aquel que gusta de este plato tan simple.

domingo, 8 de agosto de 2010

Tango Universal.


Hoy me levanté tarde, desayuné también tarde pero liviano y me preparé para cocinarme algo de almuerzo,  directamente. Algo light, porque la cena de hoy pinta “heavy”.

Mientras iba y venía haciendo cosas, me puse a escuchar algo de música a través de la computadora, elemento que forma parte central de mi mobiliario.

Buscando música para escuchar (no bajando, ojo) estuve un buen rato,  hasta que en determinado momento empecé a tararear una canción y rápidamente fui a la computadora y la busqué.

Un tango, eso estaba cantando. 

Busqué “Roberto Goyeneche” y me puse a escuchar. 

Que belleza, me gusta al “Polaco”. Lamenté una vez más su fallecimiento y no haber apreciado antes el género musical del que es uno de sus máximos exponentes,  para haber podido ir a escucharlo en vivo. Pero lamentablemente lo “descubrí” tarde y ya no tuve oportunidad, había fallecido hacía pocos años. Hubiera sido una experiencia maravillosa, a pesar de que en sus últimos tiempos no cantaba, sino que recitaba. ¡Pero cómo lo hacía! Cómo decía el tango…

Escuchándolo,  anduve de viaje por Buenos Aires y por Paris, fui abandonado, me dedique a ser "cafishio" .

Me sentí un loco escuchando “Balada para un loco” y me metí en la piel de un pibe de la calle. 

Fui Troilo (que va a tener que ser motivo de otro post), volví a mi barrio (del que nunca me fui), anduve por el puerto y volví a fumar, me senté en un cafetín de Buenos Aires y de anduve de paseo, buscando un amor perdido hace mucho, por el Sur (de la ciudad no del país, ojo).

Y después de un rato, entre tango y tango, la mayoría de los cuales conozco la letra a fuerza de escucharlos desde chico, comencé a prestar atención  detenidamente a lo que dicen.

Una de las cosas que más me sorprendió fue escuchar al “Polaco” en  Japón, agradeciendo a su audiencia, obviamente japonesa, en su propio idioma.

Entonces, me pregunté: ¿qué podía entender un japonés de tango?

Me tomó solo un segundo de meditación darme cuenta de que los japoneses entienden de amor, de desengaño, de amistad, que son todas las temáticas que aborda el tango, entonces reformulé la pregunta a: ¿cómo no lo van a entender?

Los temas que trata el tango, son universales, más allá de que es un género que se suele identificar con el Río de la Plata. Encontramos  situaciones similares a las descriptas en sus letras, en cualquier parte del mundo.

Qué maravilloso es el hecho de poder descubrir y unir a través de la música lugares tan distantes pero al mismo tiempo tan cercanos, en sentimientos.

Seguí escuchando tangazos, haciendo cosas en la casa y viajando, por todo el mundo.

¿Les  gusta el tango? ¿Qué otro género musical conocen que pueda unir culturas tan disímiles?

sábado, 31 de julio de 2010

Vecino acosador.

Como muchos de nosotros, vivo en un edificio de departamentos. Este particularmente es bastante grande, por lo que los especímenes con los que cohabito son bastante diversos.

Como dije al iniciar éste blog, nos vamos convirtiendo en distinto animales para sobrevivir. O simplemente, actuamos de diferentes maneras, de acuerdo al ámbito en el que nos estamos desenvolviendo.

Uno de los tantos vecinos, de los cuales les voy a ir contando, está convencidísimo de que mi equipo de aire acondicionado, gotea. Y gotea con tanta puntería que lo hace sobre su balcón.
Ya le ha hecho reiterados reclamos al encargado, que a su vez me los transmitió a mí.

Como es un tema que ya había solucionado en el verano, colocando un adminículo debajo de la descarga especialmente diseñado para estos fines, llamado balde. Le respondí al encargado que no era yo, para ser más exacto, que no era mí aire acondicionado el que goteaba. Y que por favor, le comunicara a éste señor la novedad.

Bueno, o no lo hizo o no le creyeron.

El caso es que el sábado a la noche, por debajo de la puerta me dejaron una nota pidiendo que solucione el  “bendito inconveniente”.

Reflexión uno, qué poco ocupado debe estar el señor/señora, para tomarse semejante trabajo un sábado a la noche.

Reflexión dos, qué ganas de hinchar, por una gota.  Aquí recordé la tortura China de la gota sobre el cráneo o la famosa gota que horada la piedra y me apiadé del sujeto, pero solo un poco, debo confesar.

Reflexión tres, después de haber corroborado una vez más que NO era mi aire acondicionado el que goteaba, …ya no hubo reflexión tres.

Salí un poco enojado a la puerta a ver quién me había dejado la nota. Que dicho sea de paso era anónima.

Y como no encontré a nadie, me dirigí al empleado de seguridad que está en la puerta. Recordemos, sábado 23:30hs, denso el vecino, pero insoportable yo. A explicarle, lo que había sucedido y que si alguien le preguntaba por este tema me lo enviara o que por lo menos, dejara dicho cuál era su departamento para poder comentarle que no era mi aire acondicionado el que le estaba generando  el problema.

Hasta ahora nada, ni una noticia del vecino quejoso. Ya les contaré las novedades.

Entretanto, vecino, si está leyendo esto, venga, toque timbre, no sea miedoso, no muerdo. Y además, si me da la oportunidad le explico que no es de mí departamento el problema. Absténgase de cartitas anónimas, por favor, en beneficio de la paz en la convivencia consorcial.

¿Alguna vez les pasó tener un vecino de estas características?

viernes, 23 de julio de 2010

Ciudad Tomada.

El centro de la ciudad está siendo objeto de una invasión. No quiero alarmar a nadie, ni tampoco quiero que sucedan hechos dramáticos, como se desencadenaron aquella vez que por radio transmitieron “La Guerra de los Mundos” de Orson Welles.

Aparte de que, ni un poco me creo que esto lo lea tanta gente como para tener semejante poder, tampoco es tan dramático.

La ciudad está siendo invadida por niños de todas las edades, razas, colores y religiones.

Con andar un poco por calles y avenidas, nos encontramos con bandadas de infantes (y no de marina) por todos lados que junto con sus padres y sus peluches, merchandising del muñeco de turno, lo copan todo.

Esta escena se repite, a lo largo de las cuadras y en las puertas de los teatros de toda la concurrida Avenida donde se concentran la mayor parte de las salas de la ciudad. Dificultad para avanzar y gritos por todos lados. Un engorro.

Sin embargo y al rato de haberme malhumorado, me acordé de cuando era niño y disfrutaba de esas salidas en las que yo era el centro de atención. Me llevaban a ver alguna obra de teatro y me compraban gaseosa en algún local de comida rápida (había solo uno en aquella época) y papas fritas o pochoclos. O íbamos al cine a ver la película de mis héroes o artistas preferidos.

Me relajé y empecé a observar las caras de fascinación de esos niños que estaban haciendo las filas, eran muchos y estaban felices de estar ahí.

Tal vez felices por el espectáculo que iban a presenciar o, solo y simplemente, por estar de paseo con sus padres sin que estos anden a las corridas. Corridas lógicas y cotidianas que esta vida moderna nos impone, pero corridas al fin.

Y pensé, ¿Por qué no?

Si durante todo el año la ciudad está tomada por transeúntes, peatones, turistas, trabajadores, piqueteros, miembros de organizaciones de todo tipo, estudiantes que se quejan, automovilistas, motociclistas y una larga lista de etc. ¿Por qué no iban a poder los niños tomarla?

Entonces, le sonreí a un "enano" que me miraba con un sapo de peluche en la mano y me fui caminando hasta la entrada del subte.

viernes, 16 de julio de 2010

Dedos fríos.

Se vino la ola de frío en la ciudad, tema reiterado hasta el hartazgo, lo sé. Yo nunca prometí tampoco que iba a tocar temas totalmente novedosos, ni mucho menos.

La gente desempolvó, los abrigos y salió a la calle. Que otra opción no queda. Hay que seguir trabajando, estudiando y viviendo. Pero qué ganas a las mañana de quedarnos en la cama, ¿no?

He visto combinaciones realmente “feúchas”, por ser generoso en el término. Y escuché justificaciones a esto realmente “creativas”, por seguir siendo generoso.

Una periodista de una canal de noticias la 24 horas, dijo que era porque en nuestro país no estamos acostumbrados al frío y que no invertíamos (sí, sí, uso ese verbo) en comprar ropa linda y abrigada. Entonces, cuando venía una ola de frío, salíamos vestidos con muchas cosas que no combinaban con tal de resguardarnos del frío.

Haciendo caso a la comentarista de noticias, porque periodista no era, o si lo era, actuaba como comentarista de noticias, decidí “invertir” en unos guantes. Y salí a la caza de los mismos.

Modesto presupuesto, comencé a recorrer casas de accesorios a fin de poder abrigar las manos.

Encontré precios módicos para comenzar, con calidad más bien tirando a nula. Daban la sensación de que iban a durar un solo día, no más.

Me interesé por unos de polar, pero la verdad que van muy bien con ropa sport, pero no pegan ni un poco con algo un poco más formal.

Ya sé, ya los escucho diciendo: “pero son para no pasar frío, no para andar “tirando facha””. Lo tengo claro, créanme, pero tampoco podemos andar por ahí disfrazados. Que sino, ¿qué van a pensar las comentaristas de noticias de la TV de nosotros?

Me detuve luego, a preguntar por unos de cuero y ahí fue enorme mi sorpresa al enterarme de la gran diferencia de precio que existe entre los guantes de cuero y los demás. En el mejor de los casos son 7 veces más caros, en el peor, hasta 12 veces más caros. ¡Una verdadera locura!

Ahí nomás, me puse en campaña para conseguir el mail de la comentarista de noticias y efectuar un reclamo como todo tema importante se merece y “que vengan los medios”. Porque éste abuso hay que denunciarlo.

¿Como pretenden luego que andemos bien vestidos? Que usemos ropa combinada, si cuando intentamos agenciarnos cosas de calidad nos sale un ojo de la cara.

Señoras y señores, me metí en un brete del que todavía no pude salir y por supuesto los dedos de mis manos se siguen helando.

Y me parece que hasta que encuentre lo que me gusta y puedo pagar, la ola de frío ya va a haber pasado. Así que como viene la mano y los precios, voy a comenzar un plan de ahorro, así para el año que viene me compro algo lindo y que abrigue. ¡Que tanto!

lunes, 5 de julio de 2010

Pelota pinchada.

Homo civitatis fastidioso.

Hoy no estamos con el mejor humor de todos, la selección fue eliminada del Mundial. Partido complicado en los papeles, terminó siendo una goleada. En fin…no tiene mucho sentido seguir especulando sobre lo que hubiera sucedido de haberse hecho los cambios antes. O de haber puesto a tal o cual jugador de entrada.

Nos toca volver, aún aquellos que no viajamos a Sudáfrica, nos habíamos ido. Suerte que el partido cayó fin de semana que sino el baldazo de agua fría hubiera sido peor.

Tenemos que ponernos a resolver los problemas que teníamos antes del mundial y que quedaron en suspenso. Y como si esos problemas no fueran suficientes, ahora tenemos algunos nuevos. Por ejemplo las 49 cuotas que nos restan pagar del LCD que compramos para ver el Mundial. Ojala hubiéramos comprado solo televisores, pero no, ya que estábamos nos compramos todo lo que andaba dando vueltas.

Otro tema a solucionar, un poco menos complicado y a más corto plazo será el pago de apuestas varias. Uno empieza tímidamente y las va subiendo,  a medida que avanzamos en el campeonato.

Nos tendremos que hacer cargo de algunas cosas que no están funcionando bien en el país y las portadas de los diarios volverán a contarnos de a poco lo que está sucediendo en nuestra realidad. Y parece, con solo pegarle una leída al diario de hoy, que estaban pasando muchas cosas de las cuales ni nos habíamos enterado. Tan típico.

Me di una vuelta el sábado por el centro de la ciudad y estaba muy callada, casi como desierta. Nadie quería salir demasiado y el que lo hacía hablaba poco, tampoco había mucho para decir. ¿No?

Bueno, ya me voy despidiendo, guardo mi cábala para el próximo Mundial, la misma, obvio que va a ser la misma.

La bandera, la doblo y la guardo, por ahora. Pero no demasiado, en el futbol siempre hay revancha y nosotros respiramos futbol.

Y la ciudad sigue rara y me voy despidiendo, silbando bajito y a las puteadas, obvio.

jueves, 17 de junio de 2010

Abriendo camino.

Soy un tipo normal, con una vida bastante normal, o al menos eso me gusta creer. Muchas veces ando por la calle y me encuentro con situaciones de todo tipo y me pasan cosas, como a todos, pero me pareció de lo mejor poder contarlas.

Tal vez no siempre sean cosas interesantes, sin embargo, me asalto la duda ¿y si allá afuera hubiera otro "Homo civitatis" con las mismas vivencias e inquietudes? Y no me refiero a "Homo civitatis" como género, sino como especie.

Ah, que el "Homo civitatis" no existe... Bueno, lo acabo de crear.



¿Que lo caracteriza? Y...lisa y llanamente que vive en una ciudad, que puede ser grande, mediana o pequeña. O un pueblo del interior del país. Tiene una familia, trabaja para vivir y estudia. Nada más.

Ah, pero entonces somos todos. Y sí, casi que sí. Luego de varios antecesores apareció el Homo sapiens y ahora.... el "Homo civitatis".

Este "Homo civitatis" les va a ir contar un poco de qué va su vida y de paso ustedes me irán contando qué va la suya y así iremos compartiendo un poco éste devenir sobre la tierra que nos ha tocado transitar juntos.

Esa es la apuesta, esa es la idea, no pretendo hacer un rejunte de quejas ni mucho menos, aunque algunas quejas van a aparecer por ahí.
Y sí, esto es una jungla, la jungla de cemento. Porque este "Homo civitatis" habita en una gran jungla de cemento y la "fauna" es muy variada y de lo más extraña a veces. Ah, y los más interesante de todo, muta. Todo el tiempo. Ya iremos viendo en qué se convierte y en qué nos convertimos nosotros para sobrevivir.

Hecha la introducción, esa es la idea. Veremos que pasa.

Les dejo un saludo.